BLOG DE CRÍTICA Y ANÁLISIS

domingo, 14 de julio de 2013

The Pyx - Harvey Hart (1973)


La elección del destino

Vimos The Pyx (1973) de Harvey Hart en el ciclo “Bazofi Deluxe” que coordina Fernando Martín Peña. Hace tiempo que queremos ver esta película, la cual según el maestro Ángel Faretta es una: “Obra maestra desconocida. Junto con La séptima victima, el mejor film sobre satanismo jamás realizado. El exorcista -aclaro- no es sobre satanismo sino sobre el propio Satán, que es muy diferente”. Ya el maestro Faretta nos enseñó que el problema del artista (y no solo del católico) es dar cuenta del otro mundo en este, pero sin pasarse de rosca, sin hacer que el espectador sienta que eso que sucede ya no lo involucra por pasar en una realidad ajena, cerrada, tan mágica como imposible (de Macondo a Tierra Media sin escalas). Para eso el fantástico, el ingreso a nuestro mundo de un elemento de lo extraño que altera una realidad que aún sigue siendo la nuestra. Y por eso mismo nos involucra y aterra. Para más información ver La mujer pantera de Jacques Tourneur, Los pájaros de Alfred Hitchcock o El exorcista de William Friedkin. O leer “El sueño de los héroes” de Adolfo Bioy Casares, más “Nuestra señora de las tinieblas” de Fritz Leiber.
El rasgo formal más llamativo de The Pyx es como está construido su guión. Alternativamente se nos cuentan dos historias: la de un policía que investiga el misterioso asesinato de una joven prostituta en lo que parece ser un crimen satánico, y la de esta misma joven, en sus últimos días de vida. Es decir, al final, tenemos dos clímax: el momento del horrible crimen y el momento de su aún más tenebrosa resolución. Lo brillante son los momentos en que una historia alterna con la otra: en ningún momento se nos confunden los planos, en ningún momento nos perdemos, sino que al contrario: esta forma novedosa al poco de correr se nos vuelve lógica. Y lo que es mejor, necesaria.
La combinación de lo policial y lo fantástico, cuando está bien resuelta, puede lograr maravillas. Es el encuentro cara a cara de la racionalidad pura con otra clase de lógica, la lógica del fantástico. Recomendamos especialmente bajo esta premisa la novela “Legión” de William Peter Blatty, que tuvo una fallida adaptación (no por culpa de su autor sino del estudio involucrado) en la película conocida como El exorcista 3.
The Pyx es esa clase de películas que hasta poco antes del final desconciertan. Pero una vez terminadas, y pasado el susto, permiten ser reflexionadas e interpretadas en su toda su grandeza. Mencionemos algo: el Obispo del Mal tiene su centro de operaciones en un inmenso barco moderno. El Mal parodia los sentidos, los invierte, por eso su accionar es perverso. Recordemos que el barco en la simbólica es la Iglesia. Este barco es entonces una iglesia invertida, comandada por un poseído diabólico.

Lo más fascinante de esta historia es el camino que nuestros héroes emprenden, un camino de pura tragicidad católica. Nuestra heroína pasa de la fe sin religión al ritual en estado puro. No se puede vencer al mal sin ritual tradicional, nos dice la película. La puesta en escena del ritual, la vuelta al origen, a la tradición, es la manera de hacer operativa la fe que se tiene. El camino de nuestro héroe no es menor, pasa del estado nihilista moderno al de creencia total. Pero no una creencia tibia, que reposa en la simple división entre el bien y el mal según la necesidad burguesa del momento, sino una creencia trágica, feroz, que actúa y opera en la realidad del mundo y la Historia. La película en este sentido es categórica. Nuestro héroe, cuando el Mal se alza frente a él, tiene que dar el gran paso, uno en el que la noción misma del crimen y lo incorrecto queda en suspenso. Ya no se trata de la ley del hombre en el estado moderno. Es el momento de la actuación en un escenario superior, total y urgente. Al cine la fascinan estas paradojas morales. Recordemos ¿Quién puede matar a un niño? De Narciso Ibáñez Serrador, Los imperdonables de Clint Eastwood y Vivir y morir en Los Ángeles de William Friedkin. En literatura uno de los ejemplos más interesantes es el del novelista argentino Patricio Sturlese, quién se atreve a poner como héroe de sus historias a un Inquisidor en plena Edad Media, enfrentado a peligrosas herejías. El padre Metri del Leonardo Castellani es también otro ejemplo ideal, un hombre que atrapa criminales pero que no los juzga por la ley del hombre, sino por la de Dios. Para ver el origen de este enfrentamiento entre leyes de distintos órdenes recomendamos volver a las trágicas historias de “Antígona” y “Edipo” de Sófocles, o asistir al terrible juicio que sucede en la “Orestíada” de Esquilo. Simples mortales que se enfrentan ante lo inconmensurable. Humanos que deben decidir entre aquello que los rodea y lo otro que los supera. Caminos trágicos de héroes destinados, al mismo tiempo, tanto a la derrota como a la gloria.
por Diego Avalos

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