BLOG DE CRÍTICA Y ANÁLISIS

miércoles, 3 de noviembre de 2010

"The Office" - (Temporadas 1-2-3-4-5-6)

"The Office" - Primera temporada (2005)
"The Office" - Segunda temporada (2005-6)
"The Office" - Tercera temporada (2006-7)
"The Office" - Cuarta temporada (2007-8)
"The Office" - Quinta temporada (2008-9)
"The Office" - Sexta temporada (2009-10)
La incorrecta locura
Apenas una oficina y no más de dos o tres despachos. Allí se desarrolla esta serie, copia infiel de su homónima inglesa. Pero claro, aquí está Michael Scott, el gran Steve Carell, dando rienda suelta al personaje más outsider de la televisión, pues no se puede llegar tan lejos en tanto estupidez, cretinismo y una ingenuidad que lo desborda. El mundo exterior, aquel que rara vez traspasa las paredes les es ajeno a todos, tanto, que ese micromundo se atrinchera al menor desarreglo. Veamos...
Sus personajes lo definen todo: la locura los aliena hasta convertirlos en seres piadosos y despiadados, tal su contradicción que los obtura para convertir a The Office en la más surrealistas de todas las comedias americanas.
Michael, el jefe, el que ríe de sí mismo sin saberlo, tierno, sencillo y constantemente aniñado para guiar al grupo en las más inverosímiles situaciones. Con su traje Armani a pleno, se vuelve ridículo y torpe a los ojos de sus empleados, quienes saben que sin él ese mundo gris de oficinista los condenaría al tedio irresoluto.
Dwaight Schrute, el germano, el que no dudará en sacar el arma porque para él el orden lo es todo, pero un orden propio de la locura. Su propia rectitud conspira contra su inteligencia, esa misma rectitud que lo destina a traiciones y conspiraciones de todo tipo. Dwaight ensambla la sumición de un soldado hacia su jefe, pero también el gran vendedor de la empresa...luego de Michael, claro.
Jim Halpert, el que solo piensa en hacerle bromas a Dwaight, el personaje más cuerdo de la serie tanto que se casará con la secretaria Pam, y que navega siempre impreciso para controlar la locura de Michael.
Pam, primero secretaria y luego vendedora, la cara bonita de la serie que armonizará con Jim, y con quien comparte las bromas hacia Dwaight. Tanto Jim y Pam son lo más parecido a lo normal; cuando se mira más atentamente, y dentro de ese contexto, ambos parecen destinados a cargar emocionalmente los desbordes de la oficina toda, y sus juegos entran en el rango de lo subrayadamente tonto.
El "temporario" Ryan, chico lindo que obsesiona a Michael -que lo tratará como un hijo- joven neoliberal y arribista inmoral, un yuppie que volará tan alto hasta terminar en la habitación más pequeña. Pareja de Kelly, una hindú que despliega desde el timbre de su voz la estupidez más aclamada, ese carácter adolescente siempre con la mirada corta hacia ideas inteligentes: su tesón sexual engancha a Ryan para no soltarlo; Stanley, un negro y gigantesco gordo, que solo piensa en sus crucigramas y porta el mal carácter de la serie; Kevin, el niño con cuerpo de adulto que reacciona casi guturalmente en todas las situaciones (magistral el capítulo donde una novia de Michael lo confunde con un retrasado mental); Creed, el más veterano y el de salidas más desorbitadas: habla con una vision del mundo a todas luces a contramano de sus pensamientos, sus salidas, pocas, son increíbles por lo exactas; Ángela, el doble femenino de Dwaight que sufre en este mundo tan alejado de ese otro al que pertenece: un mundo inexistente brotado de envidias y resentimientos, con un gesto adusto que lo dice todo (podría ser parienta de la Berta de Two and A Half Men, pero con malhumor eterno); Phyllis, una mujer conciente de sus posibilidades, siempre en el medio de decidir hacia algún objetivo, la oficina es su mundo en ese otro que la excluye por su obesidad y tamaño; Meredith, como la anterior trabaja en el sector ventas, una veterana que cualquier excusa será buena para despojarse de sus ropas: la más desinhibida de todo el grupo y la más alocada sexualmente aunque sin atraer a nadie de la oficina: si alguien quiere saber algo de sexo, ella ya lo hizo; Toby, el jefe de Recursos Humanos y el reverso de Michael. Éste lo odia sin ningún miramiento, lo detesta porque significa ese lado aburrido y esquemático el cual Michael saltea a cada paso: sus encontronazos son constantes, y sin posibilidad de aunarlos, sus oficinas están en cada esquina; Michael odia a Toby, así de simple; Oscar, el hispano que a las pocas temporadas revela su homosexualidad: cuando Michael se entera, y para evitar discriminación, lo besará en la boca, con paranoia posterior acreditada; Darryl, a cargo de la parte industrial, otro negro que estará de malhumor permanente y otro personaje que el desorden lo cierra para subsistir; y por último Andy, el último agregado que está tan loco como el resto: pasa como un ciclotímico de la alegría a la crispación más extrema.
The Office es incorrecta, es atípica y es genial. Los comentarios de los personajes a cámara muestran a su vez como se dualizan ante el resto de sus compañeros (en otra oportunidad ensayaremos sobre este recurso tan ligado a lo intromisivo y que lo liga con el espectador con inusual sentido). Una vez que se entra en ese mundo, no hay forma de dejarla, es adictiva. En The Office, nada es previsible y todo es posible. Michael te lleva a cualquier parte, y vale la pena. Sólo hay que verla.

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