BLOG DE CRÍTICA Y ANÁLISIS

jueves, 7 de enero de 2010

Quentin Tarantino - Inglourious Basterds (2009)

Un Tarantino puro
Y con todo lo que ello implica. Aunque hay algo que no puede negarse. Tarantino (junto a Lynch, Greeneway, los Coen, y agréguense los que falten) son de esos directores que los jóvenes y varios no tanto, endiosan a niveles desorbitantes...Los jóvenes y la crítica europea, claro está.
Si el clasisismo constituyó un imaginario -en líneas generales- para con un mundo que miraba cine en plena ensoñación, digamos que el modernismo desvió la atención de lo imaginario a lo "real"; luego de ello, el cine contemporáneo -y Tarantino es uno de sus baluartes- se apoyó en un nuevo contexto que no es un imaginario ni es la "realidad": el de Tarantino es el del cine marginal -y la más de las veces en el marginal en el peor sentido del término, o mejor aún en su sentido peyorativo-: el cine clase C en una década que tal denominación era por demás de degradante.
Hacer una película falseando burdamente la Historia, solo es posible para quien cree que el cine es un juguete para un niño malcriado olvidando que el cine es, por sobre todo, un concepto.
Y así como es dable reconocer su capacidad para desarrollar diálogos extensos e ingeniosos -pero no inteligentes-, su regodeo en cuanto al uso de la violencia no se emparangona con el estilo del mismo en el cine oriental, por ejemplo. Si en este la violencia es desplazamiento de un concepto de la vida y la muerte muy propia de ese lugar del mundo, no puedo no imaginar el disfrute del director americano para desplazarlo a lo gratuito y efectivista que tanto se le pondera, además.
Con un final cosido a contramano y un previsible dibujo de la esvástica en la frente del nazi -plano detalle para mostrarlo, obvio-, el cine de Tarantino sigue siendo aclamado y disfrutado en sesiones de cineclub. Aquí, allí y en varios lugares más.
Tal el estado del cine. Puntaje: 4

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