BLOG DE CRÍTICA Y ANÁLISIS

lunes, 17 de agosto de 2009

Martin Scorsese - Goodfellas (1990)

Los buenos tiempos de Scorsese
O cuando el cine de Scorsese comienza a virar en una hiperkinética puesta en escena sin perder de vista el porqué cada cosa está en su lugar. Nada más claro que en este film la cuestión de lo caótico de la vida "ordenado" en la puesta. Sí, pero sin perderse del eje que constituyó todo su cine hasta ese momento.
Película de género, filme de gángsters. La historia es relatada en primera persona por el personaje de Henry, educado por los dos bordes en que se constituyen sus amigos: Jimmy y Tommy; el primero un Robert De Niro apegado a la regla, el segundo un Joe Pesci desaforado e ilimitado. Desde la línea "recta" de Jimmy hasta la línea que se pierde en espiral infinito de Tommy. Y desde el consumo histriónico de cocaína, Henry mediará en la puesta representativa desde una mirada que poco a poco se tornará más y más paranoica.
La película tiene un tempo que se asemeja y demasiado al son del consumo del personaje que se perderá en la droga y en la que arrastrará poco a poco a todos los que le rodean. Pero no por la guía de alguno de sus dos amigos en particular, sino justamente porque esa guía se hará bifronte, obligando a Henry a escapar de su lugar de origen, y hacia ninguna parte.
Henry entonces pierde toda identidad, se pasa al otro lado y deja de ser parte de esa familia de amplios horizontes.
Es también cuestión central que los tiempos le jugarán en contra. La década del `70 en donde está ambientada la historia, es un momento álgido y de terminalidades violentas en cuanto a ese resolver continuo de situaciones. Y Henry queda no solo en medio de las decisiones de sus amigos, queda también en medio de la historia. Y al perderse de su origen sanguíneo, claramente manifestado en esa infección que lo irá contaminando, lo histórico lo irá poseyendo.
Del mito a la historia Henry aprenderá de traición y delación. Los valores que allí lo llevaron, los que lo convirtieron en "algo", los intercalará por lo más macabro: el pasar a ser nadie; y dentro del programa de protección de testigos Henry salvará su cuerpo más no su alma.
En Scorsese siempre estará presente lo católico en todas sus manifestaciones. Todo su cine hasta esa fecha es deudora de esa constitución. No entenderlo de ese modo es vaciarlo de contenido. Y justamente a Martin Scorsese, para quien -y como debe ser-, forma y contenido son indisolubles, o mejor, son exactamente lo mismo. Puntaje: 10

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