BLOG DE CRÍTICA Y ANÁLISIS

lunes, 13 de julio de 2009

Stephen Daldry - The Reader (2008)

Hanna y su doble
"El lector" es una película polémica. Quienes la critican aducen motivos referidos a los desatinos que hicieron en la transposición de la novela al film; quienes la defienden lo que más les interesa es la colectividad de la memoria que encarna el personaje de Michael. Tales lecturas encontradas refieren a un aspecto específico del film: que es el momento en que Michael oculta en el juicio pruebas que liberarían a Hanna de la pena de prisión perpetua. ¿Es correcta su decisión? Para atenuarlas, el film construye en el personaje masculino una pesada culpa que el director se encarga de certificar en la negativa de Hanna hacia el final de un sincero arrepemtimiento, al menos a los oídos de Michael.
Y nada mejor que la elección del casting para los personajes. Si el Michael joven es un adolescente taciturno y desaforado, el Michael adulto es lo más cercano a un estúpido, un Ralph Fiennes desdibujado y siempre en trance.
Un momento del film es revelador, que es cuando Hanna interroga al juez y le inquiere: "¿Usted que hubiera hecho en mi lugar?". Y el juez solo atina a enmudecer. Película tramposa porque de la cobardía de Michael para decidir a partir de la verdad, esconde la doble moral en la justificación del aberrante pasado de Hanna.
Y si supuestamente Michael hace lo correcto, lo hace a partir del error -del mismo error histórico-, de suponer y actuar en nombre de la mayoría. Su deseo no se relaciona con su pulsión. Y allí no solo es un cobarde sino un mentiroso, o sea, un hombre que se engaña. Las lágrimas al entrar a la habitación de Hanna evidencian la estupidez cometida, y su relato a su hija es, lo menos, patético. Era ante los hombres del jurado que Michael debía hablar. Al menos hubiese salvado su conciencia, y no me refiero a la conciencia social.
La clave del film son las puertas. Son las que cierra él a su pasado, pero también las que cerró Hanna una noche desatando el horror; la puerta que duda cruzar Michael en la habitación de ella, y todas las múltiples puertas que aparecen en la puesta en escena que ayudan a conocer y posicionarse en la historia.
La historia la conocemos, a partir de Michael y su falsa ecuanimidad. A Hanna la juzgó un tribunal. A Michael solo le queda llorar frente a un espejo. Y es el único tribunal, eternamente, que es imparcial. Felizmente. Puntaje: 5

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