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martes, 21 de julio de 2009

Rubem Fonseca - La cofradía de las espadas

"La cofradía de las espadas"
Rubem Fonseca
Editorial Norma
Bogotá, 2001
Humano, demasiado humano
Ocho cuentos, a la vez de disímiles, a la vez que surcan caminos diferentes.
El punto de vista de un asesino en un incesante ida y vuelta de epístolas, una pareja de "abnegados" que llevarán a un personaje a un destino incierto, una muerte natural que no suspende ni la fiesta de la alta sociedad, un trabajo por encargo que debe terminarse, una defensora de los derechos de los animales que vale su precio, un homenaje a Jean-Luc Godard representado en una obra teatral cuyos espectadores son los mismos lectores y que se construye con la misma disgresión del relato cinematográfico, un día en la vida de dos amantes que tienen sexo hasta el final, y claro, el cuento que da título al libro, una cofradía -y como tal, secreta, oculta-, donde el principio básico es lograr tener orgasmos sin eyaculación.
Todos los cuentos de este libro tienen un tema en común y es la cercanía con la muerte. Como ella atraviesa los relatos pero no desde el margen sino como cuestión central y en la que los distintos personajes resolverán, como puedan y también tornando a estos hombres y mujeres en esas "pequeñas criaturas" como gusta llamar Fonseca.
Leer un libro de Fonseca es aventurarse a un mundo oscuro pero a la vez conocido. De tan cercana la muerte también lo es el orgasmo: en ambos se iguala la cuestión del límite y de esa forma se traspasa una frontera. Qué hacemos allí, como bordeamos la instancia y cómo traspasamos la valla.
Rubem Fonseca nos impulsa una y otra vez a acercanos a ella de formas diferentes y repetidas. No otra cosa es el cuento "A la manera de Godard", donde una mujer y un hombre, enfrentados ideológicamente por cuestiones temporales y por ende futiles, redescubren una especie de verdad en el contacto físico y dejando que las palabras poco a poco hurguen en sus cuerpos para revertirse en otra cosa.
Si la muerte y el sexo homenajean estos cuentos, también lo es que cada uno está bautizado en sangre. No podría ser de otra forma. Rubem Fonseca es humano, demasiado humano. Puntaje: 8

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