BLOG DE CRÍTICA Y ANÁLISIS

martes, 14 de julio de 2009

Jonas Akerlund - Horsemen (2009)

Un comienzo y un Final
Una serie de asesinatos rituales son investigados por el detective Aidan Breslin. El primero de los cadáveres, que no es tal, es altamente sugestivo. En medio de una especie de río helado, una especie de altar y un plato con copa encima a descubrir por un lugareño en las afueras de una gran ciudad. El detective a cargo arrastra además la cercana muerte de su mujer tras una larga enfermedad y el (des)cuidado de sus dos hijos, un adolescente y un niño pequeño.
La trama se torna más interesante aún cuando los asesinatos están ligados a la Primera parte del Capítulo seis del Apocalipsis, exactamente a la de los cuatro jinetes del apocalipsis, cada uno con su color: rojo, negro, verde y blanco.
Y toda esta primera parte que dura una media hora de película atesora lo mejor de films temáticos similares como Seven de David Fincher, Manhunter de Michael Mann, etc.
Y comienza otro film, uno repetido, estirado, aburrido y lo peor, previsible. Toda la información que leemos al comienzo del film nos alerta de un final que termina pero se intuye que sin saber adonde se dirigía.
El cóctel de crímenes seriales, temas seudo religiosos, asesinatos con resoluciones rituales y signos que le son afines han dado lugar la más de las veces a películas de un nivel por debajo de lo aceptable. Y si bien es verdad que lo sacro se ha degradado en estos tiempos -ya por demás de extensos-, más verdadero resulta saber que los tópicos religiosos y símbolos correspondientes solo importan cuando detrás de la cámara aparecen autores que confiesan su fe.
Allí, y desde la puesta en escena, aquello ligado a todo tipo de misterios se nos revela de otra forma. Como ejemplo de esto comparar este film con The Exorcist III a cargo de William Peter Blatty, escritor de The Exorcist -film dirigido por el maestro William Friedkin-, y que desde su formación jesuita construye un film admirable, oscuro y desolador.
Por lo demás, Hitchcock decía que "cuando mejor era el malo mejor era el film". Del Mal que se apodera del alma de algún personaje en los grandes films contemporáneos, pasamos a este Horsemen que enarbola el Mal como capricho y juego para ordenadores.
Como en todo, en la puesta en escena se responde. Desde ese lugar, el director Jonas Akerlund responde solo por media hora. Puntaje: 3

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