BLOG DE CRÍTICA Y ANÁLISIS

domingo, 5 de julio de 2009

James Gray - Two Lovers (2008)

El cine de todos los tiempos
Del director de la excelente We Own the Night, James Gray nos entrega una película que puentea hacia lo mejor del cine clásico de otros tiempos. Ya en esa película era visible sus lazos hacia un cine casi imposible de ver hoy día. Polémico y discutido, la crítica francesa y española bordea sus apreciaciones entre talentoso e ineficaz. Con Gray no es posible quedar en el medio, se lo ama o se lo odia. Él encarna lo mejor de un cine que aún hoy sigue siendo estúpidamente discutido. Como se ha leído, considero a James Gray un autor notable y de lo mejor del cine contemporáneo.
Leonard Kraditor es el adoptado hijo de una familia judía. Ya aquí aparece la primera disgresión con la que se construye este film. Leonard, padece además de transtorno bipolar (entre dos polos, la euforia y la depresión) y vive medicado. Tal bifurcación se consuma en la diégesis con la aparición de dos mujeres: una morocha y una rubia. La primera, Michelle, una joven algo desequilibrada e inestable que está de novia con un hombre casado, pero de la que Leonard se va a enamorar. Luego la morocha, Sandra, judía también y que los padres de ambas familias intentan ligar para continuar su emporio de tintorerías. Sandra es una especie de Ariadna que encarna el amor puro y sagrado. Michelle, el amor carnal y pasional.
Tal dualidad es reconstruída no solo simetricamente en la trama, sino también en la puesta en escena. De un segundo intento de suicidio de Leonard, replicará al primero y a una acción de Michelle; de los padres controladores de una familia a la otra; de la ópera fuera de campo de una pareja a la escucha fuera de campo de otra ópera de uno de los personajes; del sumergirse en el mar al comienzo del film al pataleo final en el océano; del ser un hijo adoptado por sus padres hasta la expresiva mostración y literal de tomarlo como tal del novio de Michelle; todo en el film es un doble perfecto y especular que eleva esta película a niveles de autoconsciencia de alguien que sabe, mucho y bien de todo el cine.
La escena donde está Michelle en cama, el novio a su lado y Leonard tras la puerta bien podría haber sido construída por el mismo Fritz Lang: al novio lo reflejará una sombra, eso oscuro e indiscernible que bordea al perfil del personaje; a Leonard lo reflejará un espejo, subrayando su padecimiento bipolar y también, claro, su calidad de entre en la que transcurre su vida.
Y la secuencia final con guante al agua incluído lo subrayaría sin dudas el mismo Hitchcok: del anillo con una piedra que arroja a la arena, luego de reconocerce y elegir, se tornará de entre todas las piedras de la arena en eso que emergerá como lo valioso y único posible: su elección de vida lo ha salvado y de varias maneras.
Un excelente film de Gray al que habrá que seguir los pasos como uno de los autores más notables del cine contemporáneo. Puntaje: 9

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